Siempre habrá inmuebles vacíos…
Un inmueble desocupado constituye un
costoso desperdicio que no se debe prolongar en el tiempo. No considere sólo lo
que deja de ganar; tenga en cuenta lo que debe seguir pagando mes por mes. El
tiempo siempre va en contra de quien no actúa: no permita que la desconfianza
le salga cara.
Para los propietarios de inmuebles
que dependen de los arrendamientos, la decisión de arrendar o vender constituye
un juego de balance de riesgos. ¿Puedo garantizar la solvencia del
arrendatario? ¿Mi inmueble quedará en manos de personas que lo mantengan
adecuadamente? Sin el apoyo de un corredor inmobiliario experto, y
especialmente si se trata de arriendos para vivienda familiar, la decisión de
cerrar el negocio se pospone por razones de orden emocional, dejando de lado la
necesidad financiera. Una cosa es que “no me gusten esas personas” y otra cosa
es que no sean solventes y cumplidos con los pagos, ordenados y cuidadosos con
el uso del bien, y en general buenos arrendatarios. Lo mismo ocurre con quienes
necesitan con urgencia vender su propiedad, y no se deciden a actuar por
desconfianza: las decisiones económicas basadas en impulsos emocionales,
preconcepciones sociales o temor injustificado siempre serán perjudiciales.
“Prefiero dejar la casa desocupada
hasta que aparezca alguien que me guste” es una frase que no debiera
escucharse, pues constituye más una expresión de falta de sentido común
financiero que una manifestación sería de ese cálculo de riesgo que es natural
a los negocios en general. Por una parte, nadie puede predecir con certeza el
curso de los eventos futuros en un negocio, y por otra, siempre existen los
riesgos reales relacionados con la solvencia, el lavado de activos o las
actividades ilícitas, pero la mayoría de los peligros serios son previsibles y
por tanto evitables. Entretanto, la cruda realidad es que el pago de los
impuestos, de los servicios, y del mantenimiento del inmueble no se detiene por
que los dueños no hayan encontrado a “las personas que les gustan”. Al sumar
todas esas erogaciones inevitables, podemos estar hablando de una cifra
superior a dos cánones completos de arrendamiento al año. Contratar los
servicios de los profesionales de bienes raíces puede valer menos que eso.
Entre las muchas ventajas de arrendar
a través de una compañía inmobiliaria está el estudio que los corredores hacen
del cliente, el cual, al completarse la negociación se puede traducir en la
toma del seguro de arrendamiento. De forma análoga, al vender o comprar a
través de buenos corredores, el negocio tendrá un sólido respaldo gracias a los
estudios de títulos y las verificaciones legales que ellos hagan sobre lavado
de activos u otros ilícitos.
Fuente: Viva Real
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